viernes, 28 de noviembre de 2008

“Si encuentro en mi deseos que nada en esta tierra puede satisfacerlos, la única explicación lógica es que fui hecho para otro mundo”.
(C. S. Lewis)


domingo, 23 de noviembre de 2008

Oveja y Justicia

La Justicia y la Oveja.
Érase una vez una oveja muy amiga, o al menos así lo creía ella, de Justicia. Oveja y Justicia paseaban juntas charlando sobre lo divino y humano, y Oveja particularmente admiraba y amaba a su amiga por encima de todas las de su rebaño, no sabía bien por qué, aunque sí se conocía que éste –su rebaño- era más juvenil y dado a ensayar berreos que Justicia, que era de otro hato. Justicia portaba celosamente su balanza mientras escuchaba a Oveja y cuando respondía lo hacía lacónicamente: era muy sucinta. Oveja desentonaba portando como todo atributo sus abundantes pulgas y sus lanas enlodadas. Como Justicia era más grande, Oveja no estaba ni a la altura de los platillos de la balanza que usaba Justicia y un aciago día irrumpió en ella la Curiosidad: (¿Qué llevaría en esos platos?) Curiosidad era una anciana señora de reconocido prestigio, pero bastante enemiga de Justicia, que le habló con estas palabras: -Mira, Oveja, Justicia usa su balanza para emitir sus acertados juicios, de tal manera que, cuando le cuentan cosas, ella sopesa esos correos poniéndolos en el platillo derecho de su balanza, mientras que en el izquierdo lleva su Sapiencia, y entre ambos, para dar una respuesta, ha de mantenerse un equilibrio. Deberás cuidarte de no llenar demasiado su plato derecho…, porque realmente Justicia es ¡sumamente justa! y con tus chaladuras la harías enmudecer. Oveja, que no se dio cuenta de la trama de tan insidiosas palabras, se intranquilizó, hummm ¿un equilibrio? Miraré cómo está ese plato receptor. Y aprovechando que su amiga Justi andaba distraída y descansando, se acercó sigilosamente a su balanza, que ésta había dejado posada en el suelo y ¡miró en el plato derecho! No lo hizo con mucha atención, pues estaba horrorizada de su propia y osada deslealtad, pero le dio tiempo a ver que, efectivamente, había llenado mucho el platillo con su berreo, (y de pasada que por allí olía a algo que, por estos pagos, llamamos "Pasto"). Borró algún desatino.Pero, Oveja, sabiendo que Curiosidad la había tentado, se arrepintió hasta el fondo de su corazón. Andaba inconsolable. Fue al Pastor que cuidaba el rebaño a contárselo todo. El Pastor la consoló diciéndole: No te preocupes más, ten paciencia, perseverancia y mucho amor.Oveja eligió contarle a Justi lo que había hecho, pedirle perdón, reparar, y también recomendarle que no dejara a merced toda su balanza, que la guardase bajo siete llaves, para que nadie más pudiese curiosearla. Pero Justicia no dio muestras de concederle su perdón. Justicia se quitó de en medio. Oveja la llama, le dice que irá a verla a su lejano Olimpo para explicarle su arrepentimiento, a lo que Justicia le responde: "por ahora, no". Oráculo del Señor: La Justicia no puede perdonar.
Oveja ya no pasea por los frescos prados con su vieja y nada incondicional amiga, pero ella sabe que se lo ha buscado.
Moraleja 1: El que la hace, la paga
Moraleja 2: No se mezclen ovejas con deidades.
Moraleja 3. La verdad os hará libres.

viernes, 14 de noviembre de 2008

PERDONA NUESTRAS OFENSASCOMO TAMBIEN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN
...su perdón lo encontramos en los sacramentos de su Iglesia.
Ahora bien, lo temible es que este desbordamiento de misericordia no puede penetrar en nuestro corazón mientras no hayamos perdonado a los que nos han ofendido. El Amor, como el Cuerpo de Cristo, es indivisible; no podemos amar a Dios a quien no vemos, si no amamos al hermano y a la hermana a quienes vemos. Al negarse a perdonar a nuestros hermanos y hermanas, el corazón se cierra, su dureza lo hace impermeable al amor misericordioso del Padre; en la confesión del propio pecado, el corazón se abre a su gracia.