
Quedé con un amigo a quien no veía desde hacía muchísimo tiempo y me contaba cómo se encontraba en su trabajo, empresa pública, en donde, según él, campan sin mesura las conductas de distracción, el cohecho impropio, la destrucción u ocultación…el amiguismo más descarado, la impunidad, sin que los sindicatos muestren el más mínimo interés en abatir las corrupciones a gogó. Acatamiento y carné en la boca, eso sí.
Me decía una chica el otro día que vivimos inmersos en el: “te doy para que me des, y ojito si no me das.” Un intercambio de intereses políticos, mediáticos, económicos… del que no vamos a salir fácilmente. «We'll always have Roma», o lo que es mejor, menos mal, la -no por modesta menos jugosa- opción personal.