viernes, 12 de marzo de 2010

We'll always have Roma

En fin, no está la cosa para muchos ánimos. Ayer, el recordatorio del 11-M. No hay palabras para un atentado del que no acaba de conocerse a sus autores. Por otra parte, la búsqueda del cuerpo de Marta del Castillo, que ya no es solamente una prolongada tortura para la familia de Marta, sino una vergüenza nacional.
Quedé con un amigo a quien no veía desde hacía muchísimo tiempo y me contaba cómo se encontraba en su trabajo, empresa pública, en donde, según él, campan sin mesura las conductas de distracción, el cohecho impropio, la destrucción u ocultación…el amiguismo más descarado, la impunidad, sin que los sindicatos muestren el más mínimo interés en abatir las corrupciones a gogó. Acatamiento y carné en la boca, eso sí.
Me decía una chica el otro día que vivimos inmersos en el: “te doy para que me des, y ojito si no me das.” Un intercambio de intereses políticos, mediáticos, económicos… del que no vamos a salir fácilmente. «We'll always have Roma», o lo que es mejor, menos mal, la -no por modesta menos jugosa- opción personal.