miércoles, 16 de diciembre de 2009

A ver, que dijo el ciego...

Te lo pregunto: ¿Quién eres amig@? Porque veo que en cada ocasión tienes una fórmula, una palabra pergeñada que aplicar, no tienes nada que pensar, sino que la sueltas, según creas que la ocasión lo requiera: “todo el mundo lo dice” y te quedas tan anch@ y tan panch@... Nunca es la palabra digerida por la experiencia, sino el bla, bla, bla, del papagayo. No son las palabras del resultado de mil batallas, sino lo que te señalaron que había que decir, tal vez lo más exquisito, quizás lo menos educado: "el rebaño lo hace", sin ni siquiera ser lo experimentado. Porque no te atreviste a vivir más vida que la de tu pequeña caverna, que no digo cavernícola, sino influida, pues jamás te hallaste al aire libre con tus temores o tu pecado; o a cielo raso, donde las fieras abordan y hay que aguzar la intuición; nunca viviste en soledad ni sin recursos humanos, solamente has vivido en tu “pequeño mundo” en donde cada cosa tiene un nombre y una respuesta, por eso no tuviste que aprender más que a repetir, y lo que es peor: nunca supiste quién eras.
Deja ya de corear lo que te han imbuido, que, por seguro, no es lo que debieras haber aprendido por tu solo arrojo. No busques, haz tu “puesta entre paréntesis”. Y después, hablamos.

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